La Satisfacción de la Venganza


No recuerdo mucho de mis padres o de mi familia pero lo poco que recuerdo es lo que me ha llevado a donde estoy. Recuerdo una época feliz antes de los tumultos donde mi madre desapareció y mi padre nunca volvió a ser el mismo.

Con la edad comienzas a comprender los hechos que marcan tu vida y los culpables adquieren rostro demasiado familiar. Con ello la finalidad de tu vida gana una claridad que llega a estremecer: Venganza.

Cuando mi madre murió a causa de las primeras revueltas que llevaron a la instauración del nuevo gobierno mi padre quedó destrozado perdiendo parte de su propio ser. Después de ello recuerdo muchas peleas con Él; algo no funcionaba entre mi padre y esa otra persona. Tuvimos que dejar nuestra vida y escapar. A partir de ese momento las cosas iban cada vez peor, sin hogar y apenas comida nos escondíamos como si nuestras cabezas tuvieran un precio.

Llegamos a un punto donde a mi padre le era imposible mantenerme a su lado, lo consideraba demasiado peligroso. La gente había perdido su humanidad. La música que tanto le había gustado a mi madre eran solo sonidos electrónicos repetitivos; ya no quedaban instrumentos ni gente que supiera tocarlos. La gente ya no ofrecía su mano para ayudar al prójimo sino para asfixiarle en su calamidad.

El último recuerdo de mi padre está fundido con el dolor de aquello que nos volvería a unir ( un tatuaje que quedaría para siempre) y que aunque pasaran muchos años. Era una noche lluviosa cuando me dejó en la puerta de aquel orfanato. Intentó explicarme con palabras simples - apenas tenía 6 años - la razón por la que era peligroso que siguiéramos juntos.

- Esconde bien esa marca. Papá la buscará para reconocerte cuando seas mayor. Me recuerdas tanto a tu madre...si la hubiera hecho caso.

Esquivando mi mirada me dio un abrazo que se me antojó como el último gesto de humanidad que vería en ese mundo tan gris.

- No quiero que por mi culpa acabes como tu madre- fueron estas las últimas palabras que escuché en su boca antes de desaparecer bajo la lluvia.

Han pasado los años y mantengo la esperanza de volver a encontrarnos. Pero lo que me ha hecho como soy y me ayuda hacer lo que hago son mis deseos de Venganza. Cuando llegué a una edad comencé a comprender la situación por la que había pasado mi padre y como nos había destrozado la vida a mi familia Él.

Él no sabe quién soy, con los años ha bajado la guardia volviéndose confiado. He podido entrar como empleada en su propio hogar. Cada día miro su cara y me embargan sentimientos de repulsión pero también de melancolía.

Pronto llega el momento de actuar. Debía tener la fuerza suficiente pero en ocasiones flaqueo ya que en mi queda algo de humanidad. Miro su cara y veo cómo sería la cara de mi padre si se hubiera quedado conmigo. Seguramente mi madre seguiría viva. Tiene que pagar por todo el mal que ha hecho pero por mi cabeza pasa siempre la misma pregunta:

-¿Seré capaz de matar a alguien que luce exactamente como la única persona que he querido?

Finalmente la situación llevaba un tiempo tensa por la aparición de personas que recuerdan como era el mundo antes, explota: Hay gente con esperanza que las cosas pueden volver a ir mejor. Han atacado la casa y Él ha quedado herido por uno de sus cabecillas. Se ha encerrado en su despacho y al verme allí lo único que ha sabido hacer ha sido farfullar que cerrara todas las posibles entradas y que me quedara con él mientras intenta acomodarse en su sillón- Como si quisiera ir algún sitio...Hoy es el día. Se ha vuelto incauto no sabe que está mirando la cara a su asesina.- pienso para mis adentros.


Me sitúo detrás del sillón mientras hojea un libro con los ojos perdidos en sus recuerdos. Yo tengo los míos propios y estos serían muy diferentes si no hubiera muerto mi madre, sino se hubiera peleado con mi padre...Le degüello por la espalda con el cuchillo que escondía en la bota. Espero unos segundos y finalmente giro la silla ya que me merezco ver el miedo de la muerte reflejado en sus ojos. Para mi sorpresa Él sonríe mientras intenta controlar la sangre que se desborda por su cuello. No lo hace con la esperanza de sobrevivir sino para susurrar con su último aliento.

- Sabía que me sonaban tus ojos, son iguales que los de tu madre. Nunca tuve que pelearme con tu padre...todo habría sido diferente.

Muere delante de mi ahogado en su propia sangre. Ya no siento las ganas de Venganza. Ya no siento nada. Me siento vacía, como este mundo.


Licencia de Creative Commons
La Satisfacción de la Venganza by Ana Isabel Medina is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Con la tecnología de Blogger.