El artista, por Oscar Wilde
Un dÃa nació en su alma el deseo de modelar la estatua del «Placer que dura un instante». Y marchó por el mundo para buscar el bronce, pues sólo podÃa ver sus obras en bronce.
Pero el bronce del mundo entero habÃa desaparecido y en ninguna parte de la tierra podÃa encontrarse, como no fuese el bronce de la estatua del «Dolor que se sufre toda la vida».
Y era él mismo con sus propias manos quien habÃa modelado esa estatua, colocándola sobre la tumba del único ser que amó en su vida. Sobre la tumba del ser amado colocó aquella estatua que era su creación, para que fuese muestra del amor del hombre que no muere nunca y como sÃmbolo del dolor del hombre, que se sufre toda la vida.
Y en el mundo entero no habÃa más bronce que el de aquella estatua.
Entonces cogió la estatua que habÃa creado, la colocó en un gran horno y la entregó al fuego.
Y con el bronce de la estatua del «Dolor que se sufre toda la vida» modeló la estatua del «Placer que dura un instante».
Pero el bronce del mundo entero habÃa desaparecido y en ninguna parte de la tierra podÃa encontrarse, como no fuese el bronce de la estatua del «Dolor que se sufre toda la vida».
Y era él mismo con sus propias manos quien habÃa modelado esa estatua, colocándola sobre la tumba del único ser que amó en su vida. Sobre la tumba del ser amado colocó aquella estatua que era su creación, para que fuese muestra del amor del hombre que no muere nunca y como sÃmbolo del dolor del hombre, que se sufre toda la vida.
Y en el mundo entero no habÃa más bronce que el de aquella estatua.
Entonces cogió la estatua que habÃa creado, la colocó en un gran horno y la entregó al fuego.
Y con el bronce de la estatua del «Dolor que se sufre toda la vida» modeló la estatua del «Placer que dura un instante».